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martes, 6 de octubre de 2009

Las composiciones mentales de Mozart




El genio absoluto

Howard Gardner, en su libro Arte, mente y cerebro, toma un fragmento de una de las cartas de Mozart donde el compositor describe la forma en que concibe y compone la música:
Todo esto me enciende el alma, y siempre que no se me distraiga, mi tema se va agrandando, se torna metódico y delineado, y la totalidad, aunque sea larga, aparece casi completa y terminada en mi mente, de tal modo que puedo inspeccionarla, como a una buena pintura o una estatua hermosa, de una sola ojeada. En mi imaginación, no escucho las partes en fomra sucesiva sino que las oigo, por así decirlo, todas a la vez (gleich alles zusammen). ¡No puedo expresar cuán delicioso es esto!

En base a estas afirmaciones casuales, Garner genera suposiciones sobre lo que quiso decir Mozart desde una perspectiva cognoscitiva. ¿Cómo es posible para un cerebro humano escuchar todas las partes de una pieza musical todas a la vez? ¿Es en verdad tan prodigiosa su memoria que puede contener toda una sinfonía y manipularla a su antojo sin necesidad de apoyos materiales como papel y pluma? ¿Puede percibir la música como un objeto con volumen y dimensiones definidas? Una afirmación de este calibre sería tachada de apócrifa de provenir de cualquier otro artista, pero de Mozart, uno de los más grandes genios de la humanidad, siempre se espera lo increíble.

Comparando con la vida y trabajo de otros grandes creadores, el autor supone que en el fragmento de la carta citada el compositor, cuando habla de su método de composición, se refiere no a que ha creado toda la música sin utilizar papel o piano, si no que ha planeado la estructura general de la pieza y a la hora de transcribirla en partitura afina los detalles principales. Sobre la afirmación insólita de que escucha todas las partes de la pieza simultáneamente, Gardner afirma: toda la organización, la arquitectura distintiva de la pieza musical, estaba enteramente articulada en su mente".

Aunque, por otra parte, afirma que es posible que percibiera la pieza de manera "amodal". Es decir, de manera abstracta y no sensorial. "Es posible que Mozart pudiera escuchar toda la melodía como si se tratara de un acorde enormemente rico".

Los estudios de sus partituras demuestran que solicitaba que sus ayudantes rellenaran los detalles más mecánicos de una pieza. Además, en ocasiones se entusiasmaba con un fragmento aparte y trabajaba más en él. ¿Cómo encaja esto con su afirmación de que podía inspeccionar la pieza totamente como una pintura?

Romanticismos

La figura de Mozart se sacralizó hasta después de su muerte. En vida fue un músico talentosos, pero incomprendido por el público en general y solamente apreciado por conocedores como Joseph Haydn y el barón Van Swieten. En cuestiones de fama y economía, Wolfgang Amadeus era un músico promedio. Algunos otros gozaban de mayor fama y situación económica más desahogada, entre ellos, Gluck, Salieri y Vicente Martín y Soler.

Durante el siglo XIX surgió el mito. Se exaltó su pobreza y dificultad para obtener un puesto seguro en la corte. Se tienen numerosas cartas donde Mozart pide préstamos a sus hermanos masones para pagar deudas, lo que evidencía que su genio no se extendía a la administración económica. También se habló, en los tiempos de Beethoven, el trágico hecho de que fuese entrerrado en la fosa común, y que nadie haya asistido a su funeral.

Estos datos aislados, aunados a la genialidad de su música, vistos desde la perspectiva del romanticismo son los ingredientes perfectos para el artista incomprendido, luchando pese a todas las adversidades por su arte, postergando o rechazando bienes materiales como el dinero, por lo cual la sociedad entera le dio la espalda. Este imaginario ayudó mucho a Beethoven, quien recibía donaciones de patrocinadores para que no tuviera que buscar trabajo y sufrir el mismo destino que Mozart. La idea del genio incomprendido sigue vigente hasta el siglo XXI, sobre todo después de la obra de teatro Amadeus, que fue llevada al cine con el mismo nombre y ganó ocho Óscares.

Lo que el imaginario popular ignora es que Mozart fue enterrado en la fosa común por disposiciones sanitarias y no por pobreza. En los últimos años de su vida había ya conseguido el puesto de violinista de la corte y si no hubiese muerto tan joven, posiblemente habría estado en una situación cómoda económicamente.

Falsificación

Parte de la sacralización romántica de la que fue víctima el compositor implica la creación de anécdotas apócrifas sobre su persona, algunas más elaboradas que otras. Entre ellas se encuentra la famosa carta citada por Howard Gardner, una notable falsificación de 1815, denunciada por pirmera vez por el biógrafo Otto Jahn (Zaslaw, 1994).

Mozart nunca afirmó que pudiese "echar una ojeada" a una pieza en su totalidad. Aunque tenía más facilidad para componer y era más prolífico que muchos otros, siempre negó que hubiera sido fácil llegar a tales habilidades (Muñoz de la Nava, 2004). Compuso Las bodas de fígaro en seis semanas y la obertura de Don Giovanni en una sola noche (Da Ponte, 2000). Su estilo e innovaciones fueron producto de mucho trabajo. Pero debemos buscar más profundamente en sus cartas y testimonios de la época para encontrar una respuesta a la manera en que componía, o hasta donde podían llegar sus habilidades.

En una carta a su padre, afirma que la música está en su mente todo el día, y que le gusta realizar planes, quizá sin tener papel y pluma y tomando notas mentales:
You know that I am, as it were, completely immersed in Musique ―it is on my mind all day long― I love to plan-study-reflect on it.
-Carta a Leopoldo Mozart, París, 31 de Julio de 1778. (Spaethling, 2004, pag. 178)
En una carta a su hermana, nos informa que no puede vivir sin un piano y que le resulta indispensable para escribir música:
I'm out now to rent a piano because unless I get a piano into that room, I can't live there, specially now then I have a lot to write and not a minute to waste.
-Carta a Nanerl.
Esta podría ser la refutación perfecta a la carta citada por Gardner y la noción general de que Mozart componía exclusivamente en su mente. (Aunque Zaslaw (1994) afirma que posiblemente su necesidad de tocar en el piano sus composiciones correspondía más bien a las etapas iniciales y finales de la composición).

No debemos negar que sin duda tenía la capacidad para componer mentalmente, pero quizá tenía límites. En una carta a su hermana afirma:
I had already composed the fugue and was writing it down while I worked out the prelude in my head.
-Carta a Nanerl. Vienna, 20 de abril de 1782. (Spaethling, 2005. pag. 309).
Y por último, esta habilidad puede complementarse con su capacidad inusitada para improvisar y desarrollar temas musicales de inmediato, como puede ser observado en su concierto para piano en Re, K. 537, donde hay secciones donde sólo escribió la melodía y podemos asumir que improvisaba el acompañamiento. Existe una carta a su padre donde Wolfgang describe una de sus improvisaciones:
I took the theme for a walk, then in the middle of it ―the fugue was in g minor― I changed it to major and came up with a very sprightly little tune, but in the same tempo, then I played the theme again, but this time assbackwards; in the end, I wondered wheter I couldn't use this merry little thing as a theme for a fugue?―Well, I didn't stop to inquire, I just went ahead and did it, and it fit so well as if it had been measured by Daser.
-Carta a Leopoldo Mozart. Ausburg, 23-25 de octubre de 1777. (Spaethling, 2005. pag. 80).
En sus cartas, Mozart no afirma muchos de los prodigios que se le adjudicarán durante el romanticismo, tampoco encaja perfectamente dentro de la figura del artista romántico: Escribía por encargos y para ganar dinero (Zaslaw, 1994), nunca se asumió torturado o incomprendido. Fue un artista excepcional, pero fuera de lo musical, no se alejó de los roles de la época.

La reflexión de Gardner es valiosa, pero es hija de información fraudulenta. Es importante sacudir los mitos mozarteanos. Su obra fue producto de un talento excepcional, pero también de mucho trabajo disciplinado, estudio, esfuerzo y pasión. En lo particular, prefiero imaginar a Mozart humano, como alguien que nos hace ver que la genialidad está a nuestro alcance si nos esforzamos lo suficiente.


Bibliografía

Garder, Howard (2006). Arte, mente y cerebro. Una aproximación cognitiva a la creatividad. Barcelona: Paidós.


Spaethling, Robert (2005). Mozart's letters, mozart's life. W. W. Norton & Co.: Nueva York.


Brion, Marcel (2006). Mozart. Ediciones Vergara: México.


Zaslaw, Neal (1994). Mozart as a working stiff. Tomado de electrónicamente de el 1 de agosto de 2009.

Da Ponte, Lorenzo (2000). Memoirs of Lorenzo da Ponte. Traducción de Elisabeth Abbot. NYRB Classics: Nueva York.


Muñoz de la Nava, José Miguel (2004). Wolfgang Amadeus Mozart. Dastin Ediciones: Madrid.

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