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domingo, 28 de septiembre de 2008

Here I come to save the day! - La comedia innovadora de Andy Kaufman

Dentro de los grandes nombres del stand-up comedy norteamericano hay uno que a la fecha elude la fácil clasificación: Andy Kaufman. Mientras que individuos como George Carlin, Jerry Seinfeld, Chris Rock y Ellen DeGeneres no tienen problema al ser colocados dentro de este género de comedia, Kaufman es visto todavía con recelo y en ocasiones no figura entre aquellos. ¿Cuál es la gran diferencia entre otros comediantes y Andy Kaufman?

Primero repasemos las convenciones básicas del stand-up. Los actos, o funciones, consisten de una persona de pie dirigiéndose directamente al público (se omite la convención teatral de la “cuarta pared”), generalmente con la ayuda de un micrófono. Las rutinas consisten de chistes, anécdotas o reflexiones humorísticas. Algunos comediantes utilizan objetos, música o trucos de magia para ampliar su show.

Dentro de estas convenciones, no tenemos dificultad de situar a Richard Pryor o Eddie Murphy, ya que las siguen al pie de la letra. El canal de televisión Comedy Central realizó una lista de los 100 mejores comediantes norteamericanos de stand-up, donde Jerry Seinfeld alcanzó el lugar #12, George Carlin el #3 y a la cabeza de la lista podemos encontrar a Richard Pryor. Los diez primeros lugares siguen las convenciones al pie de la letra y sin duda han tenido un impacto cultural enorme. Sin embargo, Andy Kaufman, un innovador del género se sitúa en el lugar #33. Dentro del programa de televisión que se hizo para presentar estos nombres, los comediantes que comentaron sobre Kaufman llegaron al consenso de que no les agradaba pero era interesante tener a alguien experimental en la lista.

Kaufman realizaba rutinas que transgredían un poco las convenciones y casi cruzaban la frontera entre el stand-up y algo que no tenía nombre. Su primera aparición en Saturday night live fue un éxito, aunque no dijo ninguna palabra. De pie frente a una cortina roja y con un fonógrafo a un lado, esperó pacientemente a que se reprodujera el tema principal de la caricatura Mighty Mouse, mientras él observaba seriamente a la audiencia y fingía cantar el coro: Here I come to save the day! En la espera, toma un vaso de agua y se limpia la boca con su manga posteriormente, consigue una carcajada al respecto.



Es difícil situar este tipo de comedia dentro del contexto del stand-up, tampoco podemos encasillarlo dentro del sketch, sin embargo es una combinación exitosa.

En otra famosa rutina, Andy actuaba como un personaje con acento extranjero siguiendo las convenciones del stand-up, pero fallando miserablemente en su intento de contar chistes o decir algo gracioso. Generalmente el público reía a manera de burla, al desconocer que todo se trataba de una actuación. Sin embargo, después de unas imitaciones lamentables, el extranjero diría que imitaría a Elvis Prestley ante un público escéptico. Finalmente, la imitación resultaría casi perfecta, de manera que el público caería en cuenta que todo había sido un engaño y el comediante no era tan inepto como había supuesto en un inicio. Estas presentaciones causaban un gran impacto.



Para proponer un último ejemplo, una rutina llamada Eating ice cream representada en un club llamado “Improv” es interesante por varios motivos. Andy Kaufman entraría en el escenario, y en el micrófono diría: “Hace diez años audicioné en el Improv frente a Bud Friedman y no lo logré, me echaron de aquí. Desde entonces me ha dado mucho apoyo y ánimos y le debo muchísimo a él. Ahora me gustaría presentarles la rutina que hizo que me echaran del Improv. No la he hecho desde entonces, aunque la he intentado en varias ocasiones y nunca ha funcionado. Me gustaría hacerla para ustedes hoy. Se llamaba “cenando” pero le cambié el nombre a “comiendo helado”.”

En el escenario hay una pequeña mesa de cafetería, con servilletero, mantel, cubiertos y sal y pimienta. Kaufman toma asiento y solicita la presencia de una mesera del club para que suba al escenario. Él le pide el menú, y después de revisarlo tediosamente pregunta: “¿Qué tienen?”. Ella parece extrañada y replica: “¿Es en serio”. Después de escuchar toda la lista de platillos, se decide por un helado de chocolate dentro de un plato sopero, para poder esparcirlo.

La mesera se retira a la cocina del club y Kaufman queda solo en el escenario, frente al público, con un silencio incómodo. Algunas risas se escuchan pero Andy actúa como si en realidad estuviera dentro de un restaurante, esperando su comida. No hay nada inherentemente cómico en su actuación. Cuando la mesera regresa con el plato, Andy Kaufman comienza a comer su helado, y posteriormente enciende una pequeña grabadora con risas y aplausos de sitcom. “Bien, eso es todo”, finaliza el comediante.



¿Es esto un sketch? Definitivamente no es un monólogo, ya que dentro de la rutina no hay ninguna palabra dirigida al público. Mi propuesta es que esto se acerca más a conceptos artísticos introducidos por Marcel Duchamp como el ready-made y el arte encontrado.

En su rutina Eating ice cream, Kaufman montó una típica escena de restaurante, sin añadir ni quitar nada, y la colocó en un contexto diferente e inesperado. Durante todo el transcurso de la rutina, se escucharon risas y hasta carcajadas ocasionales, sin embargo no era una actuación cómica. Lo que logró este efecto fueron los dos diálogos que rodeaban la rutina: El primero en donde se advertía que era una rutina pésima, y que había conseguido que lo corrieran de ese lugar, y la última que dice: “Eso fue todo”. La parte central del sandwish no es comedia, es found art.

Kaufman con frecuencia utilizaba elementos de la cultura pop infantil para utilizar en sus actos, más notablemente el títere de Howdy Doody. En el caso de la rutina de Mighty Mouse, la canción fue utilizada tal cual, mientras Kaufman solo observa al público. Aunque tampoco cabe exactamente dentro de la definición del ready-made, se acerca más a éste que al stand-up comedy.

Otra de sus rutinas famosas consistió en leer completa “El gran Gatsby” de F. Scott Fiztgerald. Es por esto que se le denominaba con frecuencia como un anti-comediante, y el afirmaba que nunca había contado un chiste en su vida.

Dentro de sus especiales de televisión, sus atrevimientos fueron todavía más radicales. Parte de la comicidad consitía en presentar el programa en desorden, fingir que la cinta se había acabado y mostrar distorsión en la pantalla, crear anuncios comerciales de productos imaginarios y decir al público que se está en corte comercial cuando en realidad se está al aire y otro tipo de artificios que rompieron las convenciones de la televisión.

Sus rutinas llegaron incluso a ser peleas a puñetazos en la televisión en vivo, sin avisar a nadie que se trataba de una actuación, para causar reacciones fuertes en la audiencia. Mientras las transgresiones inofensivas dentro del los escenarios de clubes de comedia fueron bien recibidas, las realizadas dentro de la televisión no lo fueron tanto.

Este alejarse de las convenciones y romperlas constantemente en búsqueda de efecto trajo consecuencias negativas en su carrera. Los programas de televisión no querían presentarlo debido a los rumores de sus conflictos, peleas y desapego a las reglas de los estudios. Se salió del campo, diría Bourdieu.

Sin embargo, es irónico ver como las vanguardias con el tiempo pierden filo y se convierten en convenciones también. Los recursos inventados por Andy Kaufman ahora son estándar de facto en programas cómicos como Saturday Night Live, MadTV e incluso en mexicanos como Al derecho y al derbez y XH Derbez. Esto, casi de la misma forma en que las transgresiones de Duchamp comenzaron a perder su impacto inicial.

Es interesante ver que en la película biográfica sobre Andy Kaufman, Man on the moon (1999) se comience con un artificio similar a los del comediante (anunciar el fin de la película antes de su inicio) que en esta ocasión no logró engañar a nadie.

Andy murió durante los años ochentas, a los treinta y cinco años, debido a un cáncer pulmonar y el no era fumador. Esto causó que muchos periódicos y gente del show business no creyeran que su muerte era real y que se trataba de otra de sus rutinas transgresoras. Veinte años después, hay gente que está dispuesta a creer lo mismo.


Bibliografía:

Dunn, Brad (2006). When They Were 22: 100 Famous People at the Turning Point in Their Lives. USA; Andrews McMeel Publishing.

Vizcarra, Fernando (2002). “Premisas y conceptos básicos en la sociología de Pierre Bourdieu”, en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, época II, Vol. VIII, número 16, diciembre de 2002. Universidad de Colima, Colima.

Foucault, Michel (1979). El orden del discurso. Tusquets. Barcelona.

Comentario a "La comunicación política en México: Propuestas para su análisis"

Todavía recuerdo la época en donde los carteles publicitarios de los candidatos políticos mostraban una foto con rostro solemne, grave. Poco a poco fueron sonriendo, de manera que a la fecha los encontramos haciendo la más variada cantidad de gestos con las manos, brazos, y vestidos de colores llamativos. Sin duda alguna han incorporado elementos del marketing para hacer sus campañas, esto debido a la supuesta competencia que ha tenido la apertura politica en el pais.

La publicidad politica es tema caliente en estos dias. Las campañas negras parecen incontrolables y los partidos políticos la mayor parte de las veces no prestan atención a las regulaciones de los institutos electorales.

Durante la campaña de Jorge Hank Rhon para la gubernatura de Baja California, el Partido Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional intercambiaron una serie de spots fuertísimos, atacando de frente y sin tapujos a la competencia, a pesar de estar prohibido por la ley estatal.

La guerra fue mediática, y fueron contratados verdaderos gurús de la asesoría de imagen. Sin embargo, nada de esto sirvió a Jorge Hank, quien perdió las elecciones después de inversiones millonarias.

El marketing no proporciona garantías de victoria, pero sin duda ofrece una ayuda que no tendrán quienes carezcan de esta herramienta.

La reciente incorporación de estas técnicas y la eterna inmadurez política de México han creado material de sobra para investigadores del campo político. Las elecciones de Yucatán, la campaña negra del 2006 y el caso de Baja California son tan solo unos casos interesantísimos que solo se pudieron dar en el México Post-PRI. Felipe Calderón se presentó con cabellera negra durante su campaña, pero al entrar como presidente, encaneció casi inmediatamente. ¿Casualidad? No, marketing.

El campo político, el campo de las ciencias sociales y el campo periodístico por Pierre Boudieu

Resumen:

El objetivo de este papel es mostrar la relación entre el campo político, el campo de las ciencias sociales y el campo del periodismo y los efectos que cada uno ejerce en los demás. Pero primero se necesita la definición de “campo” según Boudieu:

Un campo es un campo de fuerzas en el cual los agentes ocupan posiciones que estadísticamente determinan las posiciones que toman con respecto al campo, esto con el propósito de conservar o transformar la estructura de la relación de fuerzas que constituyen el campo. De cierta manera, es comparable con un campo de fuerzas físicas. Este concepto es una herramienta de investigación.

Boudieu postula como hipótesis que cuando un historiador se dirige a un periodista, no es el historiador quien habla, si no que es el historiador que ocupa una determinada posición dentro del campo de las ciencias sociales quien habla a un periodista ocupando una determinada posición dentro del campo periodístico. Es decir, es el campo de las ciencias sociales quien habla al campo del periodismo.

El campo que ofrece como análisis es una forma extendida de lo que ordinariamente se conoce como mundo político. El universo político, con sus instituciones (partidos), sus reglas de funcionamiento, sus agentes seleccionados de acuerdo a ciertos procesos electorales, etc., es un campo autónimo, un microcosmo incrustado en un macrocosmo social.

Tradicionalmente, los estudios que se dedican al arte, literatura, leyes, ciencia, filosofía, se dividen en dos aproximaciones: La internalista, que dice que para entender estos campos tan sólo es necesario leer los textos sin considerar el contexto. Y la externalista que dice que es imperativo analizar también el momento histórico, la nacionalidad y todo lo que rodea al texto. Para analizar el campo periodístico, es imposible comprenderlo sólo leyendo los textos, es necesaria una comprensión muchísimo, no sólo basta saber quién lo escribió, quien lo financió y quienes eran los anunciantes, hay que conceptualizar todo un microcosmos de manera que podamos comprender los efectos que la gente dentro de este microcosmos creaba en los otros.

Casi las mismas reglas se aplican al campo político. Para comprender las posiciones políticas que toma un representante, no es suficiente considerar las variables ordinarias. Y aunque parezca que el campo político es sujeto a constantes presiones y peticiones externas, a un control constante por su clientela (a través del mecanismo electoral), hoy en día es fuertemente independiente de tal demanda y más inclinado a cerrarse sobre sí mismo, a sus propios riesgos.

Existe una lógica por la cual es poder adquirido democráticamente por los representantes de un partido se concentra de cierta manera en las manos de los líderes, quienes poco a poco se aislan de su base y con el tiempo actúan como una especie de oligarquía.

Las batallas por el poder siempre se basan en el hecho de que hasta los adversarios más irreducibles aceptan un número de presuposiciones que constituyen el funcionamiento del campo. Para pelear unas con otras, las personas tienen que estar de acuerdo en sus áreas de desacuerdo.

El campo periodístico, que se hace cada vez más heterónomo, en otras palabras, sujeto a limitaciones económicas y políticas, impone cada vez más sus limitaciones a todos los demás campos, particularmente a los campos de la producción cultural como las ciencias sociales, filosofía, etc., y al campo político.

El campo periodístico está perdiendo cada vez más su autonomía. Se dirige más hacia los ratings, y estos pesan muchísimo dentro del campo. Y como el periodismo influye en los otros campos, los demás también parecen gobernarse por una mentalidad de ratings.


Comentario:

Esta lectura de Bourdieu es sumamente explícita y esclarecedora. El periodismo se ha transformado enormemente en tiempos recientes, tanto por la nuevas tecnologías como la mediatización de la sociedad. La política también ha dado cambios enormes. Ambos campos tienen reglas rígidas, y poseen mucho en común: Muchas fuerzas externas determinan las situaciones internas.

En el campo político, el electorado es el que decide a sus gobernantes, de manera que un partido por sí mismo no debería tener poder. Sin embargo, vemos con frecuencia que este no es el caso, y como se afirma en la lectura, la política se cierra tanto sobre sí misma que parece una oligarquía. Es imposible que alguien fuera de un partido político, fuera del campo, pueda llegar al poder, cuando de eso se trata la democracia: el poder en manos del pueblo, quien elige libremente a su representante.

En cambio, el campo periodístico debería ser totalmente autónomo. Como su misión es informar, cualquier atadura externa podría empañar este objetivo, y es precisamente lo que sucede. En un mundo que lucha por el rating, en un mundo que necesita altos niveles de audiencia y cuyos periódicos y canales de televisión se gobiernan por empresarios y no por periodistas, el individuo dentro del campo no tiene casi ningún poder, hay demasiadas fuerzas externas que lo mantienen en su lugar. De la misma manera, el periodismo comienza a imponer sus necesidades en el resto de los campos, limitando a las ciencias sociales, filosofía y hasta a la política.

Es una conclusión interesante la de esta lectura, sobre todo situada dentro de las ciencias sociales. El ejemplo que presenta Bourdieu es brutal: Un canal de televisión le ofrecía explicar toda la situación económica del país, pero le daban tres minutos para hacerlo. Lo malo es que estaban siendo muy generosos.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Sistema político mexicano, de Daniel Cosío Villegas

Resulta de un gran interés el leer este libro de Daniel Cosío Villegas a aproximadamente treinta años de su publicación. El territorio y costumbres mexicanos siempre son temas interesantísimos, y no es ninguna sorpresa que algunas grandes obras del país se encarguen de hablar de éste. Sin embargo, treinta años son mucho tiempo, y algunas partes de este libro han quedado obsoletas.

Sin duda el segmento más valioso del libro, para mí, ha sido la excelente síntesis de la historia política mexicana desde los inicios del país hasta la formación del partido oficial. Es sumamente interesante ver la perspectiva histórica que nos proporciona esta revisión en vista del largo gobierno del PRI, y la comprensión de sus peculiares costumbres y tradiciones. No puedo dejar de pensar en los cartones de Abel Quezada que satirizaban despiadadamente a los diputados, al tapadismo, al dedazo y hasta al presidente.

Pero la perspectiva que me ofrece el vivir en el siglo XXI me da una clara ventaja sobre el autor: Sé de cierto lo que él tan solo especulaba. Los que me parecen los capítulos más débiles son las especulaciones. No viví los años setenta como para ofrecer una visión personal de la política en aquellos tiempos, y creo que el autor erró en sus visiones a futuro.

Entonces, el reinado del PRI parecía infinito, no se veía fin al sistema perfecto de dedazo y sucesión presidencial. Las cámaras estaban dominada por el PRI y el presidente era el rey.

Los ochentas comenzaron a pintar un panorama un tanto diferente. El partido oficial comenzó a perder fuerza, los graves problemas económicos del país por su mala administración causaron un sentimiento de inconformidad tal dentro de la población, que perdieron las elecciones en 1988, pero debido a una desafortunada falla técnica, la recuperaron con Carlos Salinas de Gortari. El asesinato de Luis Donaldo Colosio y la devaluación de 1994 fueron tan solo dos eventos que moldearon la vida del país de manera que para el 2000, el PAN ganaba las elecciones presidenciales, evento que Daniel Cosío Villegas no tenía forma de ver llegar.

La historia política de México después del PAN es harina de otro costal. Los partidos políticos sufrieron reconfiguraciones drásticas y los ejes de poder cambiaron de posición. El poder del presidente se ha reducido considerablemente y el dedazo ha sido fuertemente cuestionado. Se duda incluso que todavía exista como tal.

No puedo dejar de sentir que el libro “Sistema político mexicano” carece de análisis más profundos, y no puedo dejar de achacar esta sensación a la reciente lectura de Sor Juana Inés de la Cruz, o Las trampas de la fe, de Octavio Paz, en donde, en su introducción, se plantea una comprensión social de la Nueva España desde su surgimiento, hasta la época de Sor Juana, para comprender su contexto. Pero como bien plantea el autor Daniel Cosío Villegas: México no es cuna de grandes escritores políticos.

Aún así, a todos nos ha quedado claro que los problemas políticos de México no hicieron más que comenzar con la alternancia en el poder. Queda mucho camino por recorrer.