Un elemento importantísimo que podría ayudar a sacar al país de las crisis que está viviendo es la educación y las actividades culturales. A través de los autores revisados durante el semestre se puede obtener un análisis interesante que puede servir para comprender la situación.
Uno de los mayores aliados del cambio social son las escuelas, instituciones de educación cuya meta explícita es desarrollar las capacidades del individuo y darle una función útil en la sociedad.
La misión de la escuela, como menciona Michel Foucault, lamentablemente no es la educación y el desarrollo como afirma, si no un método de control social. Althusser también lo menciona como un aparato ideológico de estado, una institución cuya función es replicar las condiciones de producción del estado para obtener individuos que puedan funcionar dentro de la sociedad. Es por eso, por ejemplo, que los estudiantes que son educados únicamente por sus padres bajo el sistema homeschooling en estados unidos y otros países, con frecuencia tienen muchos problemas para adaptarse a una vida laboral. Aunque, por otro lado, Althusser también cita a la familia como uno de los aparatos ideológicos de estado.
La escuela, entonces, es un aparato de poder al servicio de la hegemonía. Depende en gran medida de las altas esferas del poder para qué puede servir.
Javier Esteinou menciona que no solo el gobierno es el responsable de las decisiones hegemónicas, si no también los medios de comunicación, y en este punto es donde podemos encontrar la discrepancia e incongruencia más grande en el país con respecto a educación. Los mensajes que ofrece la televisión, el medio imperante dentro del país, son totalmente contradictorios a las misiones y objetivos de la Secretaría de Educación Publica.
Quizá es objeto de algún estudio más profundo, pero los mensajes que vemos en los programas televisivos, aparte de reflejar gran parte de las aspiraciones y valores mexicanos (enriquecer sin trabajar, pobres pero honrados, ignorantes pero sencillos) también incitan al consumo de productos que no van de acuerdo a los valores supuestamente promovidos por la SEP. Aunque esto por sí mismo no tiene nada de malo, la cantidad de estos mensajes es apabullante.
Para plantear un ejemplo concreto: Los programas de la escuela primaria enfatizan en los niños el consumo de alimentos saludables y que ayuden a una nutrición balanceada, pero por contraparte los anuncios de dulces, golosinas, Coca-Cola y otros productos ahoga el modesto mensaje de la SEP. Es ingenuo pensar que, bajo las circunstancias actuales, una compañía como Coca-Cola, que dispone de un presupuesto enorme para publicidad y que se coordina a través de varios países, y que por otra parte lleva un estricto control de ventas y mide el impacto que hacen sus mensajes en las personas, será derrotada por la SEP, una institución nacional con presupuesto limitado y muchas carencias.
Lamentablemente el enfoque empresarial parece imperar dentro del país desde la llamada "tecnocracia mexicana" que entró con más fuerza posiblemente desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y se ha consolidado totalmente desde la entrada del PAN al poder.
Sistemas de preparatoria como Colegio de Bachilleres, que tienen un enfoque humanista, están siendo cambiados para ofrecer un programa más técnico, y subsistemas como CECYTE están teniendo una preferencia presupuestal y de afluencia de estudiantes enorme. Lamentablemente, este tipo de programas de estudio desatienden necesidades de los individuos que de ser satisfechas podrían impactar positivamente en la vida futura del país.
El problema de tener un gran segmento de la población con capacitación técnica en empleos monótonos es precisamente que salir de esa condición les resultará sumamente difícil. El enfoque del gobierno actual, desde la campaña de Felipe Calderón como el "presidente del empleo", parece darle mucho énfasis al "número de empleos" y no a la calidad de éstos. Este tipo de índices es sumamente engañoso, ya que no necesariamente garantizan una mejoría económica a largo plazo. (Cabe destacar que durante el sexenio actual se han perdido más empleos que en ningún otro de la historia reciente).
La educación podría ser un medio de liberación que sacara a las personas de su condición de miseria, pero en vez de ello parece que ayuda a perpetuarlas.
Todo esto es el producto de una falta de visión y una política enfocada a intereses de un grupo pequeñísimo y que ha tenido una ruptura con la gente que representa. Todos estos, rasgos que se pueden encontrar en la política mexicana desde la época de la colonia.
Sin embargo, hay otro factor muy importante para el mejoramiento del país y este es la cultura. El definir la cultura ha sido difícil, y varios teóricos lo han intentado a lo largo de los años. Aunque no se ha llegado a un consenso único, sin duda se han logrado avances importantes en la delimitación de ella.
Las instituciones culturales mexicanas, como CONACULTA, INBA, INAH, etc. pueden servir como catalizadores de cambios sociales positivos, ya que se ha demostrado que el arte y la cultura ayudan al individuo a darle sentido a su propia existencia y esto ayuda a resolver algunos problemas sociales.
Un ejemplo clarísimo nos lo da el actual alcalde de Medellín, Alonso Salazar, quien afirma que: “Al narco se le vence con cultura, no sólo con el uso de la fuerza represiva del Estado”. Y debe saberlo, ya que esta ciudad Colombiana tenía un caso de violencia endémica debido al narcotráfico que era comparable con la situación que actualmente vive Ciudad Juárez o Tijuana: Asesinatos de funcionarios, guerras entre cárteles y tiroteos frecuentes.
Actualmente Medellín invierte más en cultura que el ministerio nacional colombiano y en una entrevista afirmó Alonso Salazar:
DEO: Hay un debate en México acerca de la militarización del país, el uso de la fuerza pública. En Ciudad Juárez hay miles de soldados, y no se conocen los programas que ustedes han implementado. ¿Qué tanto funciona la estrategia policiaca sin el trabajo social y cultural?Y esto es lo que sucede en un estado que asume a sus habitantes como subordinados: Se enfrentan las fuerzas sociales y el costo social es alto.
AS: Yo no creo que un Estado pueda desperdiciar el uso de su fuerza dentro de parámetros de legitimidad. Lo que creo es que estas crisis urbanas que estamos viviendo son muy esquivas a la aplicación de la fuerza, no en cuanto a una estructura del crimen organizado con características tales, que actúa así o asá, sino en la capacidad que tiene esa estructura de influir a muchos, cautivarlos, porque los cautiva con la plata, desde luego, pero también con símbolos religiosos, con símbolos de consumos fastuosos que son casi como prácticas tribales. Esa violencia urbana es muy primitiva, muy de resurrección de valores atávicos, entonces no es fácil controlarla con el medio represivo exclusivamente, o con métodos sociales tradicionales.
[...]
Yo diría que la fuerza del Ejército, de la policía, tiene que ser bastante rigurosa, organizada, tiene que ser más especializada, pero la tentación de estigmatizar a la juventud, la tentación de hacer lo que aquí llamábamos limpieza social, eliminar supuestos delincuentes, algo que es tan frecuente en esos tiempos de crisis, se paga muy costoso. Esto lleva a una radicalización, aquí llevó a una radicalización de esas zonas y a ver al Estado cada vez más como un enemigo. La fractura se hace muy rápido, y el reencuentro es complicado y hay que tejerlo en mucho tiempo.
Hay un punto muy interesante dentro de lo que menciona el alcalde: El narcotráfico seduce mediante el consumo. Por supuesto mediante los beneficios económicos, a muchos el salir de la miseria por que el mismo país les ha cerrado todas las puertas es el mejor incentivo para entrar al narcotráfico, sentirse como opositor al sistema y tener por fin poder, pero también existen las imágenes, toda la parafernalia del narcotráfico. La forma de vestir, los narcocorridos y la vida suntuosa.
Por otra parte, también podría aplicarse por el lado del consumo de droga que un análisis similar podría darse. El consumo de droga no solo logra suplir un impulso hedónico por parte del adicto, si no también forma parte de un mercado clandestino que en ciertos círculos crea una distinción. La distinción de acceder a drogas caras, a círculos sociales de drogadictos y la convivencia de algo prohibido.
Para acabar estos problemas el gobierno mexicano actual ha actuado mediante la represión. Ejército, policía, más prohibiciones y ataques a sus habitantes, en vez de atacar al problema y enfocarlo como un asunto de salud pública. Esto cuando el gobierno está invadido por las redes del narcotráfico de manera vergonzosa. La cifra de asesinatos ha aumentado en el país y las estrategias parecen no dar resultado mientras se descuidan aspectos importantísimos de la vida nacional.
Las escuelas son también cada día más restrictivas, les quitan la responsabilidad individual a cada estudiante y la asume la institución. Se da menos libertad y existe mucho más control. ¿Es esta una buena solución para todos los problemas o un problema más?
El año que viene, con sus aumentos de impuestos, también plantea recortes fatales a instituciones culturales de todo el país. Habrá menos programas, menos libros publicados, menos ferias del libro, menos ballets, menos óperas, menos películas, menos música, artes plásticas, convenciones, encuentros, etc.
Menos y menos sentido para la existencia de millones de personas más que ser máquinas de trabajo cíclicas para obtener ganancias económicas para unas cuantas personas del país. Lamentablemente, todo esto sale muy caro.
2 comentarios:
Te recomiendo "La educación como práctica de la libertad" de Paulo Freire. En realidad cualquiera de él, pero sobre todo ése.
Saludos.
Por aquí lo tengo y otros de él. He pospuesto su lectura pero parece que el siguiente semestre sí tendré tiempo. Los checaré.
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