Dentro de los grandes nombres del stand-up comedy norteamericano hay uno que a la fecha elude la fácil clasificación: Andy Kaufman. Mientras que individuos como George Carlin, Jerry Seinfeld, Chris Rock y Ellen DeGeneres no tienen problema al ser colocados dentro de este género de comedia, Kaufman es visto todavía con recelo y en ocasiones no figura entre aquellos. ¿Cuál es la gran diferencia entre otros comediantes y Andy Kaufman?
Primero repasemos las convenciones básicas del stand-up. Los actos, o funciones, consisten de una persona de pie dirigiéndose directamente al público (se omite la convención teatral de la “cuarta pared”), generalmente con la ayuda de un micrófono. Las rutinas consisten de chistes, anécdotas o reflexiones humorísticas. Algunos comediantes utilizan objetos, música o trucos de magia para ampliar su show.
Dentro de estas convenciones, no tenemos dificultad de situar a Richard Pryor o Eddie Murphy, ya que las siguen al pie de la letra. El canal de televisión Comedy Central realizó una lista de los 100 mejores comediantes norteamericanos de stand-up, donde Jerry Seinfeld alcanzó el lugar #12, George Carlin el #3 y a la cabeza de la lista podemos encontrar a Richard Pryor. Los diez primeros lugares siguen las convenciones al pie de la letra y sin duda han tenido un impacto cultural enorme. Sin embargo, Andy Kaufman, un innovador del género se sitúa en el lugar #33. Dentro del programa de televisión que se hizo para presentar estos nombres, los comediantes que comentaron sobre Kaufman llegaron al consenso de que no les agradaba pero era interesante tener a alguien experimental en la lista.
Kaufman realizaba rutinas que transgredían un poco las convenciones y casi cruzaban la frontera entre el stand-up y algo que no tenía nombre. Su primera aparición en Saturday night live fue un éxito, aunque no dijo ninguna palabra. De pie frente a una cortina roja y con un fonógrafo a un lado, esperó pacientemente a que se reprodujera el tema principal de la caricatura Mighty Mouse, mientras él observaba seriamente a la audiencia y fingía cantar el coro: Here I come to save the day! En la espera, toma un vaso de agua y se limpia la boca con su manga posteriormente, consigue una carcajada al respecto.
Es difícil situar este tipo de comedia dentro del contexto del stand-up, tampoco podemos encasillarlo dentro del sketch, sin embargo es una combinación exitosa.
En otra famosa rutina, Andy actuaba como un personaje con acento extranjero siguiendo las convenciones del stand-up, pero fallando miserablemente en su intento de contar chistes o decir algo gracioso. Generalmente el público reía a manera de burla, al desconocer que todo se trataba de una actuación. Sin embargo, después de unas imitaciones lamentables, el extranjero diría que imitaría a Elvis Prestley ante un público escéptico. Finalmente, la imitación resultaría casi perfecta, de manera que el público caería en cuenta que todo había sido un engaño y el comediante no era tan inepto como había supuesto en un inicio. Estas presentaciones causaban un gran impacto.
Para proponer un último ejemplo, una rutina llamada Eating ice cream representada en un club llamado “Improv” es interesante por varios motivos. Andy Kaufman entraría en el escenario, y en el micrófono diría: “Hace diez años audicioné en el Improv frente a Bud Friedman y no lo logré, me echaron de aquí. Desde entonces me ha dado mucho apoyo y ánimos y le debo muchísimo a él. Ahora me gustaría presentarles la rutina que hizo que me echaran del Improv. No la he hecho desde entonces, aunque la he intentado en varias ocasiones y nunca ha funcionado. Me gustaría hacerla para ustedes hoy. Se llamaba “cenando” pero le cambié el nombre a “comiendo helado”.”
En el escenario hay una pequeña mesa de cafetería, con servilletero, mantel, cubiertos y sal y pimienta. Kaufman toma asiento y solicita la presencia de una mesera del club para que suba al escenario. Él le pide el menú, y después de revisarlo tediosamente pregunta: “¿Qué tienen?”. Ella parece extrañada y replica: “¿Es en serio”. Después de escuchar toda la lista de platillos, se decide por un helado de chocolate dentro de un plato sopero, para poder esparcirlo.
La mesera se retira a la cocina del club y Kaufman queda solo en el escenario, frente al público, con un silencio incómodo. Algunas risas se escuchan pero Andy actúa como si en realidad estuviera dentro de un restaurante, esperando su comida. No hay nada inherentemente cómico en su actuación. Cuando la mesera regresa con el plato, Andy Kaufman comienza a comer su helado, y posteriormente enciende una pequeña grabadora con risas y aplausos de sitcom. “Bien, eso es todo”, finaliza el comediante.
¿Es esto un sketch? Definitivamente no es un monólogo, ya que dentro de la rutina no hay ninguna palabra dirigida al público. Mi propuesta es que esto se acerca más a conceptos artísticos introducidos por Marcel Duchamp como el ready-made y el arte encontrado.
En su rutina Eating ice cream, Kaufman montó una típica escena de restaurante, sin añadir ni quitar nada, y la colocó en un contexto diferente e inesperado. Durante todo el transcurso de la rutina, se escucharon risas y hasta carcajadas ocasionales, sin embargo no era una actuación cómica. Lo que logró este efecto fueron los dos diálogos que rodeaban la rutina: El primero en donde se advertía que era una rutina pésima, y que había conseguido que lo corrieran de ese lugar, y la última que dice: “Eso fue todo”. La parte central del sandwish no es comedia, es found art.
Kaufman con frecuencia utilizaba elementos de la cultura pop infantil para utilizar en sus actos, más notablemente el títere de Howdy Doody. En el caso de la rutina de Mighty Mouse, la canción fue utilizada tal cual, mientras Kaufman solo observa al público. Aunque tampoco cabe exactamente dentro de la definición del ready-made, se acerca más a éste que al stand-up comedy.
Otra de sus rutinas famosas consistió en leer completa “El gran Gatsby” de F. Scott Fiztgerald. Es por esto que se le denominaba con frecuencia como un anti-comediante, y el afirmaba que nunca había contado un chiste en su vida.
Dentro de sus especiales de televisión, sus atrevimientos fueron todavía más radicales. Parte de la comicidad consitía en presentar el programa en desorden, fingir que la cinta se había acabado y mostrar distorsión en la pantalla, crear anuncios comerciales de productos imaginarios y decir al público que se está en corte comercial cuando en realidad se está al aire y otro tipo de artificios que rompieron las convenciones de la televisión.
Sus rutinas llegaron incluso a ser peleas a puñetazos en la televisión en vivo, sin avisar a nadie que se trataba de una actuación, para causar reacciones fuertes en la audiencia. Mientras las transgresiones inofensivas dentro del los escenarios de clubes de comedia fueron bien recibidas, las realizadas dentro de la televisión no lo fueron tanto.
Este alejarse de las convenciones y romperlas constantemente en búsqueda de efecto trajo consecuencias negativas en su carrera. Los programas de televisión no querían presentarlo debido a los rumores de sus conflictos, peleas y desapego a las reglas de los estudios. Se salió del campo, diría Bourdieu.
Sin embargo, es irónico ver como las vanguardias con el tiempo pierden filo y se convierten en convenciones también. Los recursos inventados por Andy Kaufman ahora son estándar de facto en programas cómicos como Saturday Night Live, MadTV e incluso en mexicanos como Al derecho y al derbez y XH Derbez. Esto, casi de la misma forma en que las transgresiones de Duchamp comenzaron a perder su impacto inicial.
Es interesante ver que en la película biográfica sobre Andy Kaufman, Man on the moon (1999) se comience con un artificio similar a los del comediante (anunciar el fin de la película antes de su inicio) que en esta ocasión no logró engañar a nadie.
Andy murió durante los años ochentas, a los treinta y cinco años, debido a un cáncer pulmonar y el no era fumador. Esto causó que muchos periódicos y gente del show business no creyeran que su muerte era real y que se trataba de otra de sus rutinas transgresoras. Veinte años después, hay gente que está dispuesta a creer lo mismo.
Bibliografía:
Dunn, Brad (2006). When They Were 22: 100 Famous People at the Turning Point in Their Lives. USA; Andrews McMeel Publishing.
Vizcarra, Fernando (2002). “Premisas y conceptos básicos en la sociología de Pierre Bourdieu”, en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, época II, Vol. VIII, número 16, diciembre de 2002. Universidad de Colima, Colima.
Foucault, Michel (1979). El orden del discurso. Tusquets. Barcelona.
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