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domingo, 28 de septiembre de 2008

El campo político, el campo de las ciencias sociales y el campo periodístico por Pierre Boudieu

Resumen:

El objetivo de este papel es mostrar la relación entre el campo político, el campo de las ciencias sociales y el campo del periodismo y los efectos que cada uno ejerce en los demás. Pero primero se necesita la definición de “campo” según Boudieu:

Un campo es un campo de fuerzas en el cual los agentes ocupan posiciones que estadísticamente determinan las posiciones que toman con respecto al campo, esto con el propósito de conservar o transformar la estructura de la relación de fuerzas que constituyen el campo. De cierta manera, es comparable con un campo de fuerzas físicas. Este concepto es una herramienta de investigación.

Boudieu postula como hipótesis que cuando un historiador se dirige a un periodista, no es el historiador quien habla, si no que es el historiador que ocupa una determinada posición dentro del campo de las ciencias sociales quien habla a un periodista ocupando una determinada posición dentro del campo periodístico. Es decir, es el campo de las ciencias sociales quien habla al campo del periodismo.

El campo que ofrece como análisis es una forma extendida de lo que ordinariamente se conoce como mundo político. El universo político, con sus instituciones (partidos), sus reglas de funcionamiento, sus agentes seleccionados de acuerdo a ciertos procesos electorales, etc., es un campo autónimo, un microcosmo incrustado en un macrocosmo social.

Tradicionalmente, los estudios que se dedican al arte, literatura, leyes, ciencia, filosofía, se dividen en dos aproximaciones: La internalista, que dice que para entender estos campos tan sólo es necesario leer los textos sin considerar el contexto. Y la externalista que dice que es imperativo analizar también el momento histórico, la nacionalidad y todo lo que rodea al texto. Para analizar el campo periodístico, es imposible comprenderlo sólo leyendo los textos, es necesaria una comprensión muchísimo, no sólo basta saber quién lo escribió, quien lo financió y quienes eran los anunciantes, hay que conceptualizar todo un microcosmos de manera que podamos comprender los efectos que la gente dentro de este microcosmos creaba en los otros.

Casi las mismas reglas se aplican al campo político. Para comprender las posiciones políticas que toma un representante, no es suficiente considerar las variables ordinarias. Y aunque parezca que el campo político es sujeto a constantes presiones y peticiones externas, a un control constante por su clientela (a través del mecanismo electoral), hoy en día es fuertemente independiente de tal demanda y más inclinado a cerrarse sobre sí mismo, a sus propios riesgos.

Existe una lógica por la cual es poder adquirido democráticamente por los representantes de un partido se concentra de cierta manera en las manos de los líderes, quienes poco a poco se aislan de su base y con el tiempo actúan como una especie de oligarquía.

Las batallas por el poder siempre se basan en el hecho de que hasta los adversarios más irreducibles aceptan un número de presuposiciones que constituyen el funcionamiento del campo. Para pelear unas con otras, las personas tienen que estar de acuerdo en sus áreas de desacuerdo.

El campo periodístico, que se hace cada vez más heterónomo, en otras palabras, sujeto a limitaciones económicas y políticas, impone cada vez más sus limitaciones a todos los demás campos, particularmente a los campos de la producción cultural como las ciencias sociales, filosofía, etc., y al campo político.

El campo periodístico está perdiendo cada vez más su autonomía. Se dirige más hacia los ratings, y estos pesan muchísimo dentro del campo. Y como el periodismo influye en los otros campos, los demás también parecen gobernarse por una mentalidad de ratings.


Comentario:

Esta lectura de Bourdieu es sumamente explícita y esclarecedora. El periodismo se ha transformado enormemente en tiempos recientes, tanto por la nuevas tecnologías como la mediatización de la sociedad. La política también ha dado cambios enormes. Ambos campos tienen reglas rígidas, y poseen mucho en común: Muchas fuerzas externas determinan las situaciones internas.

En el campo político, el electorado es el que decide a sus gobernantes, de manera que un partido por sí mismo no debería tener poder. Sin embargo, vemos con frecuencia que este no es el caso, y como se afirma en la lectura, la política se cierra tanto sobre sí misma que parece una oligarquía. Es imposible que alguien fuera de un partido político, fuera del campo, pueda llegar al poder, cuando de eso se trata la democracia: el poder en manos del pueblo, quien elige libremente a su representante.

En cambio, el campo periodístico debería ser totalmente autónomo. Como su misión es informar, cualquier atadura externa podría empañar este objetivo, y es precisamente lo que sucede. En un mundo que lucha por el rating, en un mundo que necesita altos niveles de audiencia y cuyos periódicos y canales de televisión se gobiernan por empresarios y no por periodistas, el individuo dentro del campo no tiene casi ningún poder, hay demasiadas fuerzas externas que lo mantienen en su lugar. De la misma manera, el periodismo comienza a imponer sus necesidades en el resto de los campos, limitando a las ciencias sociales, filosofía y hasta a la política.

Es una conclusión interesante la de esta lectura, sobre todo situada dentro de las ciencias sociales. El ejemplo que presenta Bourdieu es brutal: Un canal de televisión le ofrecía explicar toda la situación económica del país, pero le daban tres minutos para hacerlo. Lo malo es que estaban siendo muy generosos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ME SIRVIO MUCHO ESTA INFORMACION K COMPARTES SIGUE ASI VAS POR BUEN CAMINO I LLEGARAS MUY ALTO DIOS TE BENDIGA